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miércoles, 9 de febrero de 2011

Schumann / Beethoven

Manuscrito autógrafo de la Sexta

"Los críticos siempre desean saber lo que el propio compositor no puede decirles; y algunas veces apenas comprenden la décima parte de aquello sobre lo que están hablando. ¡Cielo santo! ¿Llegará alguna vez el día en que la gente deje de preguntarnos lo que queremos dar a entender con nuestras sublimes composiciones?. Sigan con sus elucubraciones y déjennos en paz (...). Beethoven se dio cuenta del peligro que corría en la Sinfonía Pastoral. ¿Pretendió expresarse a sí mismo? Afirmar esto sería tan absurdo como pensar que un pintor ha hecho su autorretrato en aquella obra en la que aparece un hombre sentado junto a un arroyo, con la cabeza oculta en sus manos, escuchando el murmullo del agua"
(R. Schumann)

"La música es el único acceso incorpóreo a un mundo superior del saber que engloba al hombre, pero que él no es capaz de comprender. Hace falta ritmo del espíritu para poder captar la música en su esen­cia, ella da presentimiento, inspiración de ciencias celestiales y lo que el espíritu percibe de ella a través de los sentidos es la composición de conocimientos espirituales... Pero pocos lo logran... muchos cultivan la música sin que se les revele. También ella, como todo arte, tiene por base los altos símbolos del sentido moral, toda verdadera invención representa un progreso moral"
(L. van Beethoven)

domingo, 28 de noviembre de 2010

Todas las mañanas del mundo



Todas las mañanas del mundo, Pascal Quignard

p. 27

El padre Mathieu se adelantó acariciando con los dedos la cruz de diamantes y dijo:
-Os vais a pudrir en vuestro fango, en el horror de las afueras, ahogado en vuestro arroyo.
El señor de Saint Colombe estaba blanco como el papel, temblaba y quiso agarrar una segunda silla. El señor Caignet se había acercado, así como Toinette. El señor de Sainte Colombe lanzaba sordos « ¡Ah! » para recobrar el resuello, con las manos en el respaldo de la silla. Toinette le desprendió los dedos y entre los dos lo sentaron. Mientras el señor Caignet se ponía los guantes y el sombrero y el cura lo tachaba de porfiado, él dijo muy quedo, con una calma pavorosa:
-Los ahogados sois vosotros. Por eso alargáis la mano. No contentos con haber perdido pie, aún quisierais atraer a los demás para que el agua se los trague.
La emisión de la voz era lenta y entrecortada. Al rey le agradó esta respuesta cuando el cura y el violista de cámara se la refirieron. Dijo que dejaran en paz al músico…

p. 35-37

Evocó aquel día de humillación cuya fecha seguía inscrita en su ánimo: 22 de septiembre de 1672…Cuando llegó a la zapatería, y tras saludar a su padre, no pudo contener más tiempo los sollozos y subió con precipitación a encerrarse en la pieza… Aquellos martillazos le hacían brincar el corazón y lo llenaban de repugnancia… todo le resultaba insoportable.

p. 45

-Podréis ayudar a danzar a la gente que danza. Podréis acompañar a los actores que cantan en el escenario. Os ganaréis la vida. Viviréis rodeado de música mas no seréis músico. ¿Tenéis un corazón para sentir? ¿Tenéis un cerebro para pensar? ¿Tenéis la menor idea de para qué sirven los sonidos cuando ya no se trata de danzar ni de regalarle los oídos al rey? No obstante, vuestra voz quebrada me ha emocionado. Os retengo por vuestro dolor, no por vuestro arte.

p. 50-55

…luchando contra el viento que les hería los ojos abiertos.
-Podéis oír, señor –gritó-, cómo se destaca el aria sobre el bajo cantante…
… -Escuchad el sonido que produce el pincel del señor Baugin
… -Habéis aprendido la técnica del arco…
Vieron en otra sala, subidas a un tablado, dos mujeres que recitaban…
La otra respondía lentamente, una octava más baja…
… -He aquí cómo se articula el énfasis de una frase. También la música es una lengua humana…
El ruido de la orina caliente que hacía estallar la nieve se mezclaba con el ruido de los cristales de la nieve que se iba fundiendo…
-Habéis aprendido cómo se desgranan los adornos –dijo.
-Es asimismo un descenso cromático –replicó el señor Marin Marais.
El señor de Sainte Colombe se encogió de hombros.

p. 59-60

-Escuchad, señor, los sollozos que el dolor arranca a mi hija: están más cerca de la música que vuestras gamas. Marchaos de aquí para siempre, señor, sois un grandísimo malabarista. Los platos vuelan por encima de vuestra cabeza y jamás perdéis el equilibrio, pero sois un músico pequeño…Deberíais tocar en Versalles, es decir, en el Pont-Neuf, y os arrojarían monedas para un vaso de vino

p. 63-65

A mi entender, poco importa si uno ejerce su arte en un gran palacio de piedra con cien habitaciones o en una cabaña que se tambalea sobre una morera. Para mí hay algo más que el arte, más que los dedos, más que el oído, más que la invención: es la vida apasionada que llevo.
-¿Vivís una vida apasionada? –dijo Marin Marais.
-Padre, ¿lleváis una vida apasionada?…
… -Habláis por enigmas. Jamás comprenderé del todo lo que queréis decir.
-Por eso no contaba con que caminaseis a mi lado, por mi pobre camino de hierbas y grava.
… -¿Por qué no publicáis los aires que tocáis?
-¡Oh, hijos míos, yo no compongo! Jamás he escrito nada. Son ofrendas de agua, lentejas de agua, artemisa, oruguillas vivas que invento a veces al recordar un nombre y unos placeres.
-Mas, ¿dónde está la música en vuestras lentejas y vuestras orugas?
-Cuando tomo mi arco, lo que desgarro es un pedacito de mi corazón en carne viva. Lo que hago no es sino la disciplina de una vida en la que ningún día es feriado. Yo cumplo mi destino.

p. 69

-Mi tristeza es indefinible. Razón tenéis al dirigirme ese reproche. La palabra jamás puede decir aquello de lo que quiero hablar y no sé cómo decirlo…
… -¡Ahí tenéis la cabaña donde hablo!

p. 99-101

¿Quién anda ahí, suspirando en el silencio de la noche?
-Un hombre que rehúye los palacios y busca la música…
… -¿Qué es lo que buscáis, señor, en la música?
-Busco llanto y pesares…
… -Sentaos.
… -¿Puedo pediros una última clase? –preguntó el señor Marais animándose de pronto.
-Señor, ¿puedo intentar una primera clase? –replicó el señor de Sainte Colombe con voz sorda.
… -Esto es difícil, señor. La música está simplemente ahí para hablar de lo que la palabra no puede hablar. En tal sentido, no es totalmente humana…
… -Un pequeño abrevadero para que beban aquellos a quienes el lenguaje ha traicionado. Por la sombra de los niños. Por los martillazos de los zapateros. Por los estados que preceden a la infancia. Cuando carecíamos de aliento. Cuando carecíamos de luz.

domingo, 31 de octubre de 2010

Borges 1


Arte poética


Mirar el río hecho de tiempo y agua
Y recordar que el tiempo es otro río,
Saber que nos perdemos como el río
Y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
Que sueña no soñar y que la muerte
Que teme nuestra carne es esa muerte
De cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
De los días del hombre y de sus años,
Convertir el ultraje de los años
En una música, un rumor y un símbolo.

Ver en la muerte el sueño, en el ocaso
Un triste oro, tal es la poesía
Que es inmortal y pobre. La poesía
Vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
Nos mira desde el fondo de un espejo;
El arte debe ser como ese espejo
Que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
Lloró de amor al divisar su Itaca
Verde y humilde. El arte es esa Itaca
De verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
Que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
Y es otro, como el río interminable.

Jorge Luis Borges, Obra poética

sábado, 30 de octubre de 2010

Pessoa 2

Y entonces, ¿qué es el hombre, por sí mismo, sino un insecto fútil que zumba mien­tras se estrella contra el cristal de una ventana? Y es que está ciego, no puede ver, ni puede darse cuenta de que hay algo entre él y la luz. Por eso se esfuerza, trabajosamente, en acercarse. Puede apartarse de la luz, pero no es capaz de llegar a estar más cerca. ¿Cómo le ayudará la ciencia? Puede llegar a conocer la consistencia y las irre­gularidades propias del cristal, comprobar que en una parte es más grueso, y en otra más fino, en una más basto y en otra más delicado: con todo esto, amable filósofo, ¿cuánto se ha acer­cado a la luz? ¿Cuánto han aumentado sus po­sibilidades de ver? Puedo llegar a creer que el hombre de genio, el poeta, llega a romper, de algún modo, el cristal, hacia la luz, y siente la alegría y la tibieza que produce estar más allá que los demás hombres, pero, ¿no está, también él, ciego? ¿Acaso se ha acercado algo al conoci­miento de la verdad eterna?

Déjenme llevar más allá mi metáfora. Algunos se alejan de la cristalera en el sentido opuesto, hacia atrás, y gritan, al darse cuenta de que no chocan con el cristal, que no está tras ellos, "Hemos pasado".
(...)
Y es que la poesía es admiración, perplejidad, como la de un ser que hubiera caído del cielo y se diera cuenta durante su propia caída, atónito. Como alguien que conociera las cosas en el alma y luchando por recordar este conocimientos, se diera cuenta de que no era así como las conocía, no bajo esa forma y esas condiciones, y fuera incapaz de recordar más.

F. Pessoa, Diarios

Pessoa 1


473


El arte nos libra ilusoriamente de la sordidez de ser. Mientras sentimos los males y las injurias de Hamlet, príncipe de Dinamarca, no sentimos los nuestros —viles porque son nuestros y viles porque son viles. El amor, el sueño, las drogas e intoxicantes, son formas elementales del arte, o, más bien, de producir el mismo efecto que él. Pero amor, sueño y drogas tienen cada uno su desilusión. El amor harta o desilusiona. Del sueño se despierta y cuando se ha dormido no se ha vivido. Las drogas se pagan con la ruina de ese mismo físico para estimular al cual han servido. Pero en el arte no hay desilusión porque la ilusión ha sido admitida desde el principio. No hay que despertar del arte, porque en él no dormimos, aunque soñásemos. En el arte no hay tributo o multa que pagar por haber gozado de él. El placer que nos ofrece, como en cierto modo no es nuestro, no tenemos que pagarlo o que arrepentimos de él. Por arte se entiende todo lo que nos deleita sin que sea nuestro —el rastro del paso, la sonrisa ofrecida a otro, el ocaso, el poema, el universo objetivo. Poseer es perder. Sentir sin poseer es guardar, porque es extraer la esencia de algo.

Fernando Pessoa, El Libro del desasosiego